martes, 6 de agosto de 2013

UN ALTO EN EL CAMINO

(Mt 17,1-9)


Hay momentos que no podemos avanzar. Necesitamos pararnos y tomar oxigeno, reforzar nuestra fe, alimentar nuestra esperanza. Supongo que la subida al monte Tabor fue algo así. Los apóstoles estaban desanimados, desconcertados y hasta desesperanzados. Era necesaria una transfiguración del Señor para levantarles el ánimo y abrir sus confusas mentes.

Jesús escoge a los más íntimos o líderes, Pedro, Santiago y Juan, y los lleva con Él al Tabor. Allí se les muestra en la Gloria del Padre junto a Moisés y Elías, y una nube luminosa los cubrió con su sombra y de la nube salía una voz que decía: «Éste es mi Hijo amado, en quien me complazco; escuchadle».

 Esta experiencia fue el detonante que les encendió el corazón y les abrió la mente. Todo empezaba a tener sentido, y tras la Resurrección todo se hizo Luz y Verdad.

Seamos pacientes y perseverantes y tengamos confianza en el Señor. Él nos dará la fuerza necesaria para el camino y para que también nosotros tengamos la luz de sentir lo bien que se está a su lado.

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