viernes, 29 de marzo de 2013

NOCHE DE ORACIÓN Y PASIÓN

(Jn 18,1—19,42)

Todos conocemos los hechos de esa noche, y todo lo que irá sucediendo sucesivamente hasta llegar al Gólgota y, en él, a la Cruz. Incluso aquellos más alejados de las prácticas religiosas saben de qué va esto. Por eso, no creo que proceda comentar sobre los hechos y sucesos, mejor sería hacer silencio y reflexionar sobre lo que sucede hoy en nuestras vidas respecto de la incidencia de esos hechos.

Pienso que todo objetivo implica primero camino, esfuerzo y sufrimiento. Jesús pasó de la acogida triunfal en Jerusalén a la pasión de la muerte de cruz en el Gólgota. Y nosotros, de la alegría de nacer a la vida, después de ganar la batalla al aborto, iremos pasando por esos momentos en nuestra vida que nos exigirán esfuerzos, sacrificios y también alegrías. Y para eso debemos prepararnos y afirmarnos en Xto. Jesús, fortalecidos y acompañados por el Espíritu Santo.

Creo, humildemente, que ese es el proyecto que debemos asumir y recorrer. Getsemaní nos abre el camino, un camino de expectación, de vigilia, de oración constante. Nunca cruzar los brazos, dormirnos en la cómoda instalación, ya sea religiosa o clerical. Siempre inquietos, atentos, en lucha de amor, en actitud de perdón, en acompañamiento en los hermanos, desde dentro de la Iglesia, para actuar fuera como corresponde al seglar. Siempre dispuesto a crecer, a dar un paso más de conversión y de caminar con la cruz de nuestro propio camino.

Pidamos al Padre, en unión al Hijo y el Espíritu Santo, que sepamos, embarcado en Ellos, Trinidad Santa, recorrer el Camino que nos lleve a encontrarnos con la Verdad y la Vida.

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