Evangelio según Lucas 19,45-48. ( |
Y es que la vida no puede quedar estancada, porque es un camino que se inicia en la ignorancia como principio y su recorrido le conduce a la sabiduría o perfección. Digamos que nacemos imperfectos y nuestra meta es alcanzar la perfección.
Se trata, pues, de caminar en la verdad, pero ni en nuestra verdad sino en la verdad de quien la posee de forma absoluta y nos guía hacia ella. Ese es nuestro pecado, querer avanzar por nosotros mismos sin contar con Dios. Muchas veces he oído esta frase: Hay que respetar la verdad de cada uno.
Y hay algo de razón en ello, pero respetarla hasta que deja de ser verdad y empieza la mentira, porque el hombre es imperfecto y se equivoca. Y necesita que le corrijan, eso sí, desde el respeto y la libertad. Jesús nos descubre hoy como su casa es casa de oración. Él es el centro y el verdadero templo de nuestra vida, y todo lo demás son lugares y espacios que necesitamos para congregarnos en torno a Él.
Basta ya de sacrificios y ritos compensatorios con los que tratamos farisaicamente de engañarnos a nosotros mismos. No hay más sacrificio que el ofrecido por Jesús en la Cruz, su Muerte y Resurrección. Basta para redimirnos y pagar por nuestros pecados. En Él estamos salvados y redimidos.
Hagamos en Él nuestra casa de oración y nuestra referencia de vida, porque solo en Él, con Él y por Él estaremos en el camino de alcanzar nuestra propia salvación. Amén.
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