sábado, 29 de septiembre de 2012

TÚ, SEÑOR, SABES MI VERDAD...


 (Jn 1, 47-51)


y nada te puedo ocultar. Por eso quedó sorprendido Natanael cuando le revelaste donde estaba hacía un momento, y le confesaste que era un hombre de verdad, en quien no hay engaño. Supongo que yo también me quedaría sorprendido, pero antes debo dejarme sorprender.

Porque ocurre que muchas veces nos alejamos de su Mirada y de su Palabra. Puede más nuestra soberbia, nuestra suficiencia y rechazamos sus propuestas y sus palabras. ¿Cuántas veces habremos sido nosotros sorprendidos? Posiblemente muchas, pero quizás no las hemos advertido.

¿Somos conscientes que tenemos un Ángel que nos cuida y nos protege? Pues quieras o no, lo tienes, y ese Ángel te cuida y se preocupa por ti. Y te ayuda a acercarte a Jesús y a dejarte sorprender por Él. Y es que cuando, como Natanael, nos acercamos a Jesús, y acercarse es abrirle nuestro corazón, quedamos sorprendidos y admirados de sus palabras y de su amor.

Reflexionemos cuantas veces hemos estado debajo de una higuera y hemos sido vistos por el Señor. Quizás nuestros caminos han tenido mucho que ver con el acompañamiento de nuestro particular Ángel de la Guarda. Y, sin quizás, cuando hemos querido seguir el nuestro propio nos hemos llevado algún tropezón.

Vacíanos, Señor, de nuestros apegos y esclavitudes para libres de ellos podamos ponernos en tus Manos y dejarnos llevar por tus palabras de amor. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.

Tu comentario se hace importante y necesario.