domingo, 26 de agosto de 2012

¡YO TAMBIÉN TENGO MIEDO, SEÑOR!,

 - Jn 6, 60-69. Con el fragmento del Evangelio de Hoy,

porque hay momentos que siento deseos de dejarlo todo, de seguir mis proyectos, de orientarme según mis propias ideas. Me cuesta vender esa riqueza intelectual o espiritual que tengo, incluso siendo buena, pero es la mía.

Y yo sé que tu proyecto, en el cual me tienes, es el mejor. Lo mío procede de mi carne, es caduco y no me llena del todo. Pero siento miedo, Señor, miedo de rechazarte por no entenderte, igual que les pasó a tus apóstoles y discípulos. Se me hace difícil fiarme de Ti cuando tus proyectos no son los míos. 

No entiendo esto de" comer y beber mi Cuerpo y mi Sangre", y de dejarlo todo y seguirme. Y no me refiero al dinero, bienes, riqueza y otras cosas. Me refiero a mi propiedades intelectuales, a mis convicciones, a mis criterios, a mi manera de orientar mi vida.

Porque eso, no me cansaré de decirlo, es lo verdaderamente difícil. Todo es consecuencia de nuestra manera personal de entender y orientar la vida. Jesús está por encima de todo eso, y hoy nos dice que el espíritu es el que da la vida; la carne no vale para nada. Por eso nos ha dejado su Espíritu, para que en Él alcancemos la luz que nos alumbre el camino.

Tú, Señor, tienes Palabra de Vida Eterna y en Ti nos sentimos seguros, confiados y protegidos. Es verdad, nos cuesta entender, pero para eso está la fe, ese don que Tú nos regala cada día. A pesar de mis dudas, de mis fracasos, de mis caídas, de mis oscuridades, yo quiero seguirte, Señor. Dame las fuerzas suficientes para siempre seguirte y nunca dejarte. Amén.

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