viernes, 31 de agosto de 2012

¿DÓNDE ESTÁ MI ACEITE?

 - Lectura del Santo Evangelio según San Mateo (Mt 25, 1-13).

porque dependerá de que tenga en abundancia para estar listo y presto en el momento que llegue el esposo. La imprudencia de que me falte puede acarrearme el quedarme afuera, el no poder entrar. Y fuera hace mucho frío, se pasa mal y se viven en constante angustia y desesperación.

Pero, ¿cómo es posible que las compañeras no comparten el aceite con nosotras? ¿Se puede entender que sean tan egoístas? ¿O es que pasa algo que no entendamos? Posiblemente sea así, porque no se puede abrir la puerta a quienes no comparten con los demás. Tendrá que haber alguna explicación.

Y en mi humilde opinión, la fe y la paciencia, consecuencia de la fe, es algo personal que no se puede partir con otros. Es algo que cada uno debe encontrar, buscar y pedir. Jesús en repetidas ocasiones nos anima a pedir, a buscar, a tocar, porque el que pide, busca o toca encontrará respuesta y se le abrirá la puerta.

El aceite en la lámpara quiere significar esa fe producto del encuentro personal con Jesús, y que cada uno la tiene en la medida que la experimenta, la busca y trata de vivirla en compromiso. Mi compromiso no puedo compartirlo contigo, porque tu fe no te exigirá como la mía. Nadie puede beber de la fe de otro.

Por esa razón, aquellas doncellas necias e imprudentes no pudieron recibir de las sensatas y prudentes, pues cada una llevaba la medida de su fe en sus lámparas. Las consecuencias pueden ser muy duras hasta el punto de quedarnos fuera de la vida eterna en plenitud de gozo.

Una pregunta brota de lo más profundo de nuestro corazón: ¿Están nuestras lámparas bien provistas de aceite para aguantar encendidas hasta la llegada del esposo? Si no lo están, aprovechemos, todos juntos, para implorar al Espíritu Santo que nos ilumine y nos mueva a encontrar el aceite necesario para mantener nuestras lámparas encendidas.

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