viernes, 23 de diciembre de 2011

LA HUMILDAD, EL SECRETO DE LA ALEGRÍA Y LA PAZ

Lc 1,57-66

Intuyo y presiento que cuando me abandono en las Manos del SEÑOR, todo se vuelve más sereno, más tranquilo y me invade la paz y la alegría contenida. ¿El secreto?, la humildad de reconocer que todo, a pesar de tu esfuerzo que no dejarás de hacer, depende de ÉL.

Cuando tus obras están apoyadas en su Amor, su Misericordia y su Providencia, todo se ve de otra manera, todo se contempla con otra mirada, todo se vislumbra lleno de paz y seguridad. El SEÑOR, algo interiormente te lo señala, está presente y ÉL dirigirá tus pasos y tu obrar. Todo, pues, será según su Voluntad y, como es de esperar, será bueno y lo mejor para ti, pues un PADRE Bueno no puede hacer cosas malas.

Mi labor, tu labor será sembrar sin esperar nada a cambio. Los frutos le corresponderán a ÉL, y será ÉL quien haga que tu obra no sea en balde ni caiga en saco roto. No nos toca a nosotros verlo o comprenderlo, pero si confiar en que así será, porque en ÉL descansa todo nuestro ser y obrar.

Esa fue la labor de Juan Bautista, preparar el camino, anunciar la venida y regar los campos con la Palabra del SEÑOR. Luego el Dueño y SEÑOR del campo recogerá los frutos.

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