lunes, 3 de octubre de 2011

LA CLAVE ES EL AMOR (Lc 10, 25-37)

Lucas 10,25-37.

Experimentamos el amor de los padres en los hijos. Muchas renuncias para que sus hijos puedan encontrarse feliz. Muchas renuncias a cambio de nada, muchas renuncias aún sabiendo que la respuesta puede ser vacía, de rechazo, de ofensa o indiferencia. Pero, a pesar de todo, el amor de unos padres siempre está ahí.

Sí, eso es así, nace de lo más profundo de nuestras entrañas. ¿Cómo puede ser el amor de DIOS? DIOS nos ha creado y nos ha donado la vida, y el que dona sólo lo hace por amor. Es ÉL quien nos ama primero y mucho más que nosotros. Es ÉL quien necesita de nosotros porque formamos parte de ÉL, somos causa de su gran Amor. Por eso espera nuestra respuesta libre y voluntaria, nos ha hecho libre para eso, y, pacientemente, aguarda nuestra correspondencia de amor.

JESÚS es el novio enviado por el PADRE que espera nuestra respuesta, y una respuesta de amor sólo puede ser pagada con amor. Pero para ello necesitamos que el fuego de nuestro amor este bien alimentado y la lámpara contenga el aceite necesario. No somos nosotros los que amamos sino los amados y, por eso, necesitamos responder, eso sí, a ese amor.

Y nuestra respuesta está contenida y clarificada en esa parábola del samaritano. Si yo soy causa del Amor Paciente que me espera y solicita a pesar de mis rechazos e indiferencias, lo lógico y normal que a ese amor responda porque, ese amor, habita dentro de mí y tiende a salir. Se nota cuando experimento que amo, nace en mí una fuente de paz y bienestar.

Que sepa entender, DIOS mío, que no tengo que amarte
sino corresponder al amor que TÚ me has tenido
siempre. Porque desde el principio has 
pensado en mí y me has regalado
la existencia.

Y esperas que ese regalo sea para siempre, porque así
me amas TÚ. ¡Oh, SEÑOR!, Dame la sabiduría
de empeñarme en amarte y de dejarme
conducir por tu ESPÍRITU para 
encontrarte en los hermanos. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.

Tu comentario se hace importante y necesario.