lunes, 19 de septiembre de 2011

NO SOBRAN LAS PALABRAS, PERO... (Lc 8, 16-18)

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «Nadie enciende...

De nada sirve ni vale hablar y hablar si luego se camina de forma diferente a lo hablado. La Palabra necesita ir al mismo paso que los hechos. Si no van acompasadas se rompe la armonía, y el orden no se puede guardar. Tarde o temprano la fila se rompe.

La luz que no ilumina no es luz. Podrán llamarla luz pero no es luz, poque lo esencial de la luz es iluminar. Pero para que la luz ilumine tiene que ir acompañada, no sólo del haz luminoso que aclara la oscuridad, sino de la acción que testimonia lo que refleja la luz. Porque de no ser así todo quedará en simple espejismo, y, ya sabemos, que el espejismo es el reflejo de la mentira.

Por eso, DIOS mío, dame la sabiduría que nace de TI.
Aquella que no sólo predica con la palabra
sino que testimonia también con el
ejemplo. Amén.

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