viernes, 30 de septiembre de 2011

SIEMPRE ESTAMOS A TIEMPO DE ABRIR NUESTRO CORAZÓN

Lucas 10, 13-16

Parece paradójico, pero ocurre que a muchos se les ha concedido la gracia de ver y oír muchos gestos y palabras, pero no responden con sus vidas a lo oído. Ocurre que hay, entre las cuales me pregunto a mí mismo, muchas personas que estando dentro de la Iglesia o de familias religiosas, no responden a la llamada vocacional de conversión que de ellos se espera.

JESÚS nos dice hoy lo acontecido con en Corazín, Betsaida y Cafarnaúm, ciudades donde predicó mucho y donde realizó muchos milagros, pero no por eso se convirtieron. Sin embargo, en otras ciudades como Tiro y Sidón, con menos presencia de su Palabra y Persona, fue mejor acogida su Palabra.

Por eso, en el juicio habrá menos rigor para unos que para otros. Todo está en proporción a lo recibido. A quien mucho se le ha dado, mucho también se le exigirá. Y a quien poco, poco. 

Esta Palabra de hoy nos puede ayudar a reflexionar, al menos a mí, sobre la responsabilidad que tenemos aquellos que más cerca nos sentimos. No por eso somos mejores, sino por nuestro humilde empeño de vivir su Palabra y acompañarla de vivencias llenas de amor. Mirar para otro lado, o aparentar otras apariencias son sólo autoengaños que nos condenan.

Haz, SEÑOR, que mi vida sea un empeño
por reflejar tu Palabra, pero no sólo
de boca, sino también 
de vida. Amén.

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