viernes, 9 de septiembre de 2011

QUIEN NO VE, NO PUEDE GUIAR A OTRO QUE TAMPOCO VE (Lc 6, 39-42)


Conocido es por todos la lógica y sentido común que quien es ciego no puede guiarse, ni guiar a otros ciegos. Pero, a pesar de ello, hay muchos que siendo ciegos pretende guiar a otros también ciegos, y, lo peor del caso es que siendo ciegos pretende ver la brizna de otros sin recatarse de las vigas que habitan en ellos.

Porque la peor ceguera no es la de nuestros ojos, sino la de nuestra mente, que busca la felicidad lejos de DIOS y en las cosas caducas de este mundo. Por ello, no se ven a sí mismo, y si ve lo malo de los otros. Y eso desemboca el infierno del odio, la venganza, la envidia... el infierno del bienestar que desata la lucha de clases, de riquezas, de poder, de primero yo y después tú ... etc. Es la ceguera de la cultura donde impera los sentimientos y las apetencias antes que la libertad y la verdad. Sometidos a la oscuridad.

Cuando no miramos, primero para nuestro propio interior, nuestra mirada dirigida al otro no es limpia, porque nos consideramos limpios nosotros y son los demás quienes nos manchan. Ese no mirarnos implica una ceguera por nuestra parte que nos hace ver briznas en los demás, pero no las vigas en nosotros.

Y ese mirarnos significa ser sinceros y testigos con nuestras actos y ejemplos, porque el que ve, actúa limpiamente y sinceramente delante del que no ve, precisamente para que vea y haga lo mismo. Eso es evangelizar. Significa eso que limpiamos su brizna, una vez limpiada nuestra viga.

Te pido, ESPÍRITU SANTO, que guíes mis pasos por 
caminos de verdad y ejemplos. Que primero
ponga mi vida, mi actitud y con ellas, mi
ejemplo.

Porque sólo con la verdad y la acción puedo
limpiar mi viga, y luego proceder a
quitar la brizna de mi hermano. Amén.

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