domingo, 28 de agosto de 2011

SEGUIRME ES TOMAR TU CRUZ Y CARGAR CON ELLA (Mt 16, 21-27)


Tomar mi cruz es tomar las contrariedades de cada día, mis afanes materiales, mis ansias de poder, de influencia, de placer, de comodidades, de injusticias, de suficiencias, de avaricia, de banalidades, de egoísmos y de todo aquello que hace mi vida más acorde con los criterios de este mundo y me acerca. Y, desde ahí, desde esa realidad pecadora, luchar sin desfallecer por acercarme a la forma de pensar de DIOS.

Eso significa que debo renunciar a todo lo anterior y buscar la humildad, el servicio, la generosidad, la disponibilidad, la justicia, el compartir, el desprendimiento de todo aquello que me somete y esclaviza. El perdón, la comprensión, la misericordia, la paciencia, la solidaridad, el desinterés por la riqueza y la búsqueda de la verdad. 

Aceptar la cruz es morir cada día a mis apetencias carnales desordenadas y a mis sentimientos posesivos y egoístas. Aceptar mi cruz es comprender que el problema de los demás es igual al mío, y tratar salir de él junto a los demás, eso se llama política, pero tratar y buscar salir sólo, sería avaricia. 

Seguir a JESÚS es buscarle entre los demás, y eso conlleva sacrificios, paciencia, retos, incomprensiones, criticas, desafíos, luchas, humildad, negaciones, oscuridades. En una palabra: "Amor".

Descubre mi conocimiento, SEÑOR, y llename
de tu Luz, para que sepa discernir donde
tengo que buscarte, donde decir
no y donde decir si.

Y, siempre, aceptar y carga con la cruz que
me toca cargar cada día. Pero a TÚ
estilo, como TÚ hiciste con
la de todos nosotros. Amén.

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