sábado, 20 de agosto de 2011

LO MÁS GRANDE ES SENTIRSE PEQUEÑO (Mt 23, 1-12)


¿Quién soy? ¿Y de dónde me ha venido todo lo que soy? No cabe duda que la familia es algo importante en la vida de las personas, pues a ella le debe todo lo que es. Pero por encima de la familia está la vida y todo lo que favorece que haya vida. Ese mundo donde la vida puede desarrollarse y de donde recogemos todo lo necesario para desarrollarnos y evolucionar nosotros también.

¿Quién ha creado este mundo y al hombre que vive dentro de él? Indudablemente dar respuesta a esa pregunta nos ayudará a sentirnos realmente pequeños, porque frente al misterio de la creación no somos nada. Todo, como dice san Pablo, nos ha sido dado, así que gloriarnos de nuestros éxitos y logros no responde a la realidad sino a una apariencia que nos puede perder en la propia vanidad y soberbia.

Si todo lo que soy y hago lo he recibido, debo estar, primero agradecido, y luego sentirme instrumento en las Manos del ESPÍRITU SANTO que me guía y, por su Gracia, dirige mi libertad, también recibida. Por eso, nadie es maestro ni dueño de nada, sino un servidor de todo y para todos. Y comprendemos que sintiéndonos así, como realmente es, el mundo estaría bien, sería más justo y la paz se haría entre todos.

Porque uno solo es Maestro y SEÑOR. ¡Alabado y glorificado sea el SEÑOR.

Que descubramos,¡DIOS mío!, la necesidad de TI, y
sintiéndola en nuestro corazón seamos capaces
de exclamar como María, he aquí los 
esclavos del SEÑOR, hagase en
nosotros tu Voluntad. Amén.

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