lunes, 13 de junio de 2011

EL ODIO ES VENCIDO POR EL PERDÓN (Mt 5, 38-42)

“Han oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente, pero yo...

Según tú me hagas, yo te haré. Si tú has matado a muchos de mi partido, yo tendré que matar, y vengarme, a muchos de tu partido. Es la historia de las dos Españas o la historia de muchas familias y de muchos pueblos. Es la justa medida de pagar con la misma moneda que has comparado: "ojo por ojo, o diente por diente".

Sin embargo, esa ley o sentencia experimenta un vacío que no soluciona nada, pues después de su mucha aplicación las heridas siguen abierta, incandescentes, al rojo vivo. Y en la medida que se abunda más en ella, más al rojo vivo se ponen. La venganza y violencia no curan sino que engendran más venganza y violencia. Todos lo hemos experimentado, pero, a pesar de eso, nos vemos impotente para reconducirnos y superarnos. Necesitamos ayuda.

Poner la otra mejilla y no responder a la agresión debe estar apoyado en la verdad, porque con la mentira, a pesar de no responder en violencia, estamos generando otro tipo de violencia que concluye en las mismas consecuencias de venganzas y odios. 

Por eso, contra la muerte y asesinatos de tantos niños inocentes en los vientres de sus propias madres, no hay que levantarse en armas, porque eso generaría más violencia y muertes, pero sí, al poner, la otra mejilla, denunciar por qué se mata impunemente a seres humanos que tienen derecho a la vida como los tienes tú o yo. 

Siguiendo la enseñanza de JESÚS, diríamos: ¿Porque me matas si tengo derecho a la vida como lo tienes tú? ¿Porque quieres quitarme la vida que nuestro PADRE DIOS me ha dado igual que a ti? Si he nacido con ciertas minusvalías, que nuestro PADRE DIOS acepta y me quiere, porque sigue, a pesar de todo eso, siendo mi PADRE, ¿por qué tú me quieres matar?

Creo, humildemente,que la Palabra de DIOS hoy nos puede interpelar sobre la actitud de darnos, de ofrecernos, de entregar no sólo la capa o la túnica, sino si es preciso nuestra vida, pero sin dejar de defenderla y de, al poner la otra mejilla, preguntar, ¿por qué me matas?

SEÑOR, que tenga claro que sólo el amor hará
renacer la paz y la concordia. SEÑOR, que
sepa dejarme conducir en paz y amor
ante las acometidas de los hombres.

SEÑOR, dame la sabiduría de ofrecer siempre
la otra mejilla, antes de levantar mi mano
para aplicar la única justicia que los 
hombres sabemos aplicar:
"ojo por ojo y diente por diente". Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.

Tu comentario se hace importante y necesario.