lunes, 9 de mayo de 2011

CUANDO PRIMAN LOS INTERESES (Jn 6, 22-29)

Busquemos a Dios por...

¿En el fondo por qué hacemos esto o lo otro? Posiblemente porque encontramos en ello intereses y ganancias que nos recompensan. Ese es el motor de muchas vidas que se mueven y buscan. Acabado el interés o el beneficio termina la búsqueda.

Esa es la respuesta a la pregunta, ¿por qué has dejado de buscarlo? Posiblemente porque te has aburrido, porque has llegado a la conclusión que ya no hay panes en la Ultreya, en la reunión de grupo, en la comunidad, en la Eucaristía. Y te alejas de frecuentarla o te quedas a medio gas por eso de que vuelvan a aparecer los panes.

JESÚS nos interroga hoy, me interroga hoy, sí, a mí y a ti, como quieras que te llames. Y nos pregunta por qué lo buscamos. Simplemente para encontrar pan para comer y alimentar nuestro cuerpo, o, también, para alimentar nuestro espíritu y alma para la vida eterna.

Buscar a Dios porque es Dios y no sólo porque nos puede dar algo, es una actitud noble del hombre que sabe que las cosas pasajeras jamás le llevarán a una felicidad plena. “La comunión con Cristo en esta vida nos prepara a cruzar la frontera de la muerte, para vivir sin fin en Él. Dios ha creado al hombre para la resurrección y para la vida, y esta verdad da la dimensión auténtica y definitiva a la historia de los hombres y a su existencia personal” (Mensaje del Santo Padre Benedicto XVI para la Cuaresma 2011).
 
Seamos fieles a nuestra llamada a la eternidad. Nos sentimos eternos, llamados a vivir para siempre en la plenitud del gozo y la felicidad. Y lo sentimos porque eso es lo que deseamos desesperadamente en nuestro interior, ¿o es que no es así? Claro que sí. Pues no perdamos esa oportunidad. Creamos en Aquél que tiene Palabra de vida eterna y que todo en ÉL se ha cumplido.
Dame, SEÑOR, la fe de dejarme guiar
por TI, y de abandonarme en
tus Manos.

Que tanto en el dolor como las alegría
sepa estar contigo, porque sólo TÚ
tienes palabra de vida Eterna. Amén.

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