martes, 19 de abril de 2011

TRAS LA OSCURIDAD VIENE LA NOCHE (Jn 13,21-33.36-38)

Les aseguro que uno de ustedes me entregará”.

Cuando uno se llena de soberbia se hace de noche dentro de su corazón. Toda su mente se nubla y ya la oscuridad guían sus pasos. Tras pecar todo es lejanía y distancia de la Luz. Domina la oscuridad y todo está en estricta referencia a ella. Nada se mantiene en la verdad, porque la luz está eclipsada por la oscuridad de la mentira. Puedes ser luz, pero también mentira, porque quien te ha creado te ha hecho libre para que seas tú quien elijas.

Afortunadamente, el pecado no es la última palabra. Ésta es la misericordia de Dios. Pero ella supone un “cambio” por nuestra parte. Una inversión de la situación que consiste en despegarse de las criaturas para vincularse a Dios y reencontrar así la auténtica libertad. 

Sin embargo, no esperemos a estar asqueados de las falsas libertades que hemos tomado, para cambiar a Dios. Según denunció el padre jesuita Bourdaloue, «querríamos convertirnos cuando estuviésemos cansados del mundo o, mejor dicho, cuando el mundo se hubiera cansado de nosotros». Seamos más listos. Decidámonos ahora. 
La Semana Santa es la ocasión propicia. En la Cruz, Cristo tiende sus brazos a todos. Nadie está excluido. Todo ladrón arrepentido tiene su lugar en el paraíso. Eso sí, a condición de cambiar de vida y de reparar, como el del Evangelio: «Nosotros, en verdad, recibimos lo debido por lo que hemos hecho; pero éste no hizo mal alguno» (Lc 23,41).

Necesito luz y fuerza, SEÑOR, para
encontrar el camino que me
lleva a TI.

Yo quiero cambiar el rumbo de
mi vida, y seguirte. Porque
sólo TÚ eres la Luz que
puedes alumbrar el
verdadero camino. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.

Tu comentario se hace importante y necesario.