lunes, 18 de abril de 2011

EN CASA DE LÁZARO (Jn 12,1-11)


JESÚS, invitado por Lázaro y sus hermanas, fue agasajado con una cena en Betania, donde vivía Lázaro con sus hermanas Marta y María. Esta visita provocó mucha curiosidad de la gente que acudían para ver a JESÚS y al resucitado Lázaro. En un primer momento, la gente se acercan movidos por su curiosidad y por su interés. No hay otros motivos que despierten su acercamiento. 

Lo mismo ocurre hoy en pleno siglo XXI, nos movemos por rentabilidad e interés. Nada por gratuidad. Todo acercamiento está movido por un interés en conseguir algún rédito o beneficio. Cuando eso no se produce se acaba todo. Nos acercamos para que JESÚS nos de algo a cambio: la vida, en caso de Lázaro, la sanación de nuestra enfermedad, el trabajo en nuestra familia...etc. No buscamos otra cosa.

Y hasta cierto punto es normal. Somos seres humanos necesitados de muchas necesidades, valga la redundancia, materiales y también espirituales, pero priorizamos las materiales porque prima en nosotros una fuerte atracción humana, material. Judas pensó mal y pronto al juzgar el acto de María y su lavatorio perfumado de los pies y cabellos de JESÚS. Todo está condicionado por un interés.

Y de ese interés se valdrá JESÚS para llamarnos la atención y hacernos pensar que, primero, está el Reino de DIOS y luego, por mucho que nosotros no lo comprendamos, está todo lo demás. Y así ocurre. Cuando en nuestra trayectoria mundana suceden cosas que nos impiden seguir caminando a nuestro ritmo, nos paramos y no nos queda otra alternativa que reflexionar y mirar a lo alto.

Es entonces cuando surgen las preguntas que nos interpela y nos hacen meditar: ¿A dónde voy? ¿Qué persigo y busco? ¿Cuál va a ser mi meta y destino? Porque tratando de responderlas encontraremos la señales por dónde, cómo y a dónde debo dirigirme. No se trata de quejarme de lo que haga el otro, ni de tampoco juzgarlo, sino de lo que estoy dispuesto a hacer yo y por qué lo hago. Porque si mi vida no descansa en los píes de JESÚS y se apoya en ÉL, nada de lo que haga va a tener provecho.

DAME, SEÑOR, la Gracia de saber
agradecerte todo lo que me has
dado, y llenarte de oloroso
perfume de mi agradecimiento. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.

Tu comentario se hace importante y necesario.