Pero se hace más importante oír la voz del SEÑOR más que nuestras súplicas, porque nuestras peticiones siempre van cargadas de nuestra humanidad pecadora, tentada, herida, y sus deseos se inclinan a lo material, lo rápido e inmediato, lo sensorial, la sed y el hambre de nuestros apetitos carnales. Lo espiritual está más escondido, aparece cuando nos hemos hundido en lo sensitivo y carnal, y cuando nos sentimos esclavos, engañados y caducos. Es la experiencia del prodigo, y de cada uno de nosotros.
Por todo ello, nuestra petición debe ir, a pesar de nuestra ignorancia y oscuridad, más al interior de nuestro propio corazón y a entregarnos sin condiciones. A dejar que el ESPÍRITU actúe en nosotros y nos limpie según nuestras necesidades, que ÉL conoce mejor que nosotros. ÉL quiere limpiarnos, pero sólo lo hará si nosotros le escuchamos y le dejamos.
Por todo ello, nuestra petición debe ir, a pesar de nuestra ignorancia y oscuridad, más al interior de nuestro propio corazón y a entregarnos sin condiciones. A dejar que el ESPÍRITU actúe en nosotros y nos limpie según nuestras necesidades, que ÉL conoce mejor que nosotros. ÉL quiere limpiarnos, pero sólo lo hará si nosotros le escuchamos y le dejamos.
Quiero, SEÑOR, seguirte,
pero seguirte según tu Voluntad,
no la mía.
Haz que olvidándome de mí
sea capaz de oírte y
escucharte, y de ponerme
en tus Manos para seguir
tu Camino, no el mío. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.
Tu comentario se hace importante y necesario.