miércoles, 12 de enero de 2011

A LA LUZ DE LA PALABRA (Mc 1, 29-39).


Llama la atención oír exclamar ¿todos te buscan! cuando ahora son muy pocos los que le buscan. Y digo esto desde la experiencia del rechazo de muchos, incluso cerca de la Iglesia, a encontrarse y experimentar el encuentro con JESÚS. Porque a JESÚS hay que experimentarlo y buscarlo constantemente, cada día, cada momento. 

Significa esto que, cómo diría San Agustín, no hay descanso y siempre tenemos que estar en actitud de crecer, de saber más, de llenarnos más de su Gracia, hasta llegar al final de esta vida y llenarnos plenamente en la verdadera y eterna.

La lógica de buscarlo se esconde en la necesidades de curación que tenían, y que experimentaban en ÉL. No lo buscaban por su doctrina, por la esperanza de salvación eterna, sino para quedar curados ahora, en esta vida. Por lo tanto, no iban por el Pan Verdadero, sino por el caduco:  pan para ahora y hambre para mañana.

Porque, curados hoy, mañana tendrán que morir. A la muerte no escapa nadie, y es esa muerte la que importa salvar, y salvar para siempre. Así, Lázaro y muchos otros que fueron resucitado y curados por JESÚS, tuvieron que morir en otro momento. Por lo tanto, es esa muerte la que quiero curar, la definitiva, la que me da paso a la Gloria eterna. Y eso es lo que fundamentalmente debo buscar en JESÚS.

Por eso, JESÚS, cura, pero no cura a todos. Sabemos que muchos no fueron curados y sabemos que nuestro PADRE DIOS es Justo y Misericordioso y, por lo tanto, cura a todos. Eso nos revela que la curación importante se esconde en nuestro corazón y lo importante es curarnos por dentro, curar nuestro corazón transformándolo en un corazón bueno, pleno de amor y de caridad. Por eso, JESÚS, no presta importancia a esa curación y lo hace para que observemos y nos apercibamos de que estamos delante del HIJO de DIOS, que tiene poder, no sólo para curar las enfermedades sino para perdonar los pecados y salvarnos para siempre.

Y en ese tiempo para la acción y caridad, JESÚS nos advierte que hay un tiempo también muy importante para la oración y relación con nuestro PADRE DIOS. Sin ÉL nada podemos, y en ÉL lo podemos todo. Por lo tanto, la oración es el elixir que lo cura todo si lo pedimos con fe y en la sintonía de la Voluntad del PADRE.

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