lunes, 25 de enero de 2010

EL ENCUENTRO TIENE LUGAR EN LA POBREZA.


Todos, según nuestros criterios, a la hora de presentar nuestros proyectos lo hacemos de forma muy atractiva y lujosa. Todos presentamos, lo mejor que podemos, nuestros planes e iniciamos nuestra obra con las mayores galas posibles y los mejores elementos a nuestro alcance. Invertimos nuestro mayor capital en la obra que vamos a acometer.

Nuestro PADRE DIOS, infinitamente Omnipotente y poderoso, pensamos, debió hacer lo mismo, y su Reinado tenía que presentarse bajo el signo del poder, la riqueza y el gobierno. Un Rey y Señor de todo lo creado tenía que presentarse de esta forma. Y es la manera que entendemos tienen que hacerse las cosas. Son nuestros criterios, y no aceptamos otros, o, al menos, nos cuesta.

Sin embargo, JESÚS, enviado por el PADRE al mundo, viene de forma silenciosa, callada, débil, frágil, obediente, sin honores ni privilegios, y sencillamente pobre, cómo uno más y cualquiera de los niños pobres del mundo de su época. Acepta su condición humana y pobre, y asume sus avatares y necesidades, naciendo donde las circunstancias le permiten, confiado y esperanzado en la Providencia del PADRE que lo envía.

¡Es curioso!, Aquel que lo puede todo y todo se le somete, presenta su obra y proyecto de la forma más necesitada y pobre. Se muestra pobre para, desde esa pobreza, experimentar la necesidad de sentirse necesitado, dependiente, falto de colaboración, de ayuda, de solidaridad, de fraternidad, de ti... ÉL, que te ha creado, te ha hecho libre para mendigar tu colaboración, para pedirte tu amor, para rogarte que le aceptes su perdón, y te dejes querer por su infinito deseo de cobijarte, protegerte, hacerte inmensamente feliz, Amarte...

Te lo dice claramente cada día, en muchas ocasiones revestida unas veces de publicano, otras de adultera, otras de paralitico, samaritano... pero, sobre todo, de Padre que no descansa hasta divisar en el horizonte al hijo que regresa a casa (hijo prodigo). Nuestro PADRE está, sin descanso, al acecho noche y día, esperando tú sí, tú cambio, tú regreso...

Y es tanto el desespero que no cesa de hablarte, de enviarte pruebas, de mandarte recados, unas veces directa y otras indirectamente. Sólo te pide que confíes, que te abandones en sus Manos, que le sigas... pero, también te advierte que, cuando te llegue tu hora, si no le has creído (Mc 16, 15-18) te condenarás. Hasta ese momento no escatimará nada por mostrarte todo lo que haga falta para doblegar tu libertad, tu capacidad de elegir, pero agotado dicho plazo todo se habrá terminado.

Hay muchos testimonios que nos hablan de un camino de purificación, de otra vida que comienza cuando esta se acaba, y que nos alumbra nuestro itinerario y nuestro rumbo hacia la verdad, para que no nos llamemos a engaño. Sería, por otro lado, injusto acabar en otro lugar por ignorancia consentida e indiferente. Por eso, manda a sus discípulos a proclamar y predicar donde está la Verdad y cuál es el camino. Para que todos sepan y conozcan a lo que están llamados.

La levadura está en el mundo, y la masa es fermentada, a pesar de resistirse, pero depende de cada uno de ellos que fermente tal y como quiere el único Fermentador, y no rechazar la levadura que le propone el fermentar. También, ocurre que la levadura esté adulterada o estropeada, y la masa no quede fermentada como necesita y demanda. Todos dependemos de todos, y ahí se esconde nuestra pobreza: " el deseo de sabernos necesitados y, fundamentalmente, en sus MANOS. Así lo experimento JESÚS con respecto a su PADRE.

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