martes, 17 de noviembre de 2009

LIBERTAD PARA CELEBRAR.


El hombre es libre porque ha sido creado para poder elegir. Si no fuera así el derecho a la libertad no existiría, pues de nada sirve un derecho que no se pueda ejercer. Toda capacidad de elección pasa por la libertad de poder decidir que camino quiero tomar, y eso es innato al hombre.

Observamos que en los demás seres de la creación no ocurre igual. Están determinados para cumplir una función concreta que ya les viene dada desde su nacimiento. Toda su existencia harán lo mismo y no tendrán la oportunidad de decidir hacer otra cosa. Por esos están sometido a la voluntad del hombre y, por lo tanto, son esclavos de su propia naturaleza.

El hombre, por el contrario, creado para amar y alcanzar la plenitud eterna puede decidir no quererla y, por su propia voluntad, rechazar ser feliz eternamente. Según sus principios y razonamientos podrá ser más o menos feliz, pero solo brevemente, por un tiempo limitado. Desde ahí le es inherente su natural derecho a ser libre y discernir en libertad. De tal forma que, cuando se le priva de la misma, sus actos no le son imputables porque actúa sometido y no libremente.

Ser libre significa poder ejercer y celebrar lo más profundo de mi existencia vital que no es otra cosa que la proclamación de sentirme hijo de DIOS y llamado a participar de su Gloria eternamente. Ser libre es la manifestación de toda búsqueda del bien y bondad que haga más justa la convivencia y el amor entre los hombres. Ser libre es hacer justicia y contribuir al bienestar social, a la solidaridad, a la distribución de la riqueza y al respeto de lo bueno y verdadero entre los hombres.

Ser libre es tomar conciencia que lo mío no es propiamente mío, sino que me ha sido dado para devolverlo cuando me sea pedido. Ser libre es comprender que, si todo se queda aquí, yo sólo soy un administrador que administrará por un tiempo aquello que me ha sido confiado, para el bien de todos y de la sociedad universal. Ser libre es el único camino para que el hombre encuentre su propio destino.

Pero hay muchos muros y obstáculos que nos lo impiden. Desde nosotros mismos a todas las tentaciones que nos rodean. Estamos sometidos a muchas luchas internas que nos confunden y nos atraen. Son aparentes baños de oro que brillan sólo por poco tiempo, pero que luego se desvanecen y terminan por convertirse en chatarra, en basura.

Otros, están impuestos por aquellos que quieren ejercer su propia libertad mal entendida, y se apropian de los talentos y cualidades que le han sido confiadas para el bien de todos, y las emplean sólo en su propio bien o, simplemente, el de unos cuantos. Y someten y esclavizan. Nace entonces las injusticias, las luchas, el odio, la venganza...

No hay otro camino, el hombre es libre por naturaleza y tiene todo el derecho a ejercer esa libertad. Libertad para nacer y vivir, desde que es fecundado en el seno de su madre. Nadie puede quitarle ese derecho y si lo hacen están matando el derecho a ser libre y vivir a una criatura humana.

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