lunes, 13 de abril de 2009

EL ENCUENTRO NECESITA CONOCERSE (V).


Sin darnos cuenta caminamos en las tinieblas y nos vamos acostumbrando de tal forma que llegamos a confundir la oscuridad con la luz. Y es que cuando no tenemos ninguna referencia de verdadera claridad y luz, la oscuridad nos puede parecer normal.

Esa percepción se puede experimentar en la Vigilia Pascual del sábado Santo. Empezamos, la menos en mi parroquia, la celebración con el templo apagado y, tomada, simbólicamente, la luz de la Humanidad, encendemos el Cirio Pascual, Imagen de CRISTO, del CUAL tomamos la Luz de uno en uno hasta hacer la Luz total que nos ilumina a todos con el encendido del Templo.

Hemos significado que, nacidos en la oscuridad buscamos la luz, pero no una luz cualquiera, efímera, instantánea y con sombras, sino una Luz plena, que llena y persevera hasta que termina por invadirnos totalmente y confundirnos con ella.

Y esa LUZ es CRISTO, que alumbra el mundo. CRISTO Resucitado que continua hacia adelante en su Plan de Salvación y no resucita como era, sino que se transformada su naturaleza humana en Gloriosa, Resucita en un Cuerpo Glorioso, pleno y eterno como el que nos espera a nosotros injertados en ÉL.

Sin embargo, ante tan y maravillosa proposición nos mantenemos recelosos y tercos a la hora de responder; a la hora de comprender; a la hora de embarcarnos y comprometernos. Somos tercos y obstinados como los de Emaús, a los que CRISTO tuvo que catequizar en una exhaustiva exposición de todo el plan del PADRE.

Somos incrédulos como Magdalena y Tomás, y nos cuesta acercarnos a la Palabra, al diálogo sincero, subir a la montaña y caminar juntos a JESÚS sin perder su paso y su ritmo. Somos temerosos y tímidos para llenos de júbilo anunciar que los ciegos ven, los cojos andan, los espíritus malignos son expulsados, los muertos vuelven a la vida.

Ser testigo es dejar empaparnos por la Luz y, empapados, derramar el agua que se desliza por nosotros hasta contagiar y salpicar a los que permanecen a nuestro lado. Ser testigos es anunciar el paso de la muerte a la auténtica Vida. Ser testigos es responder como María: "hágase tu Voluntad".


4 comentarios:

  1. Una preciosa entrada. La Luz es Cristo, pero Él nos insta a que nosotros también seamos luz siguiendo sus pasos, siendo sus testigos, pisando en sus huellas. ¡Ojalá seamos capaces de hacerlo!

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  2. Esa es la consecuencia de nuestro Bautismo. Si realmente estamos en CRISTO, inevitablemente lo transmitiremos, porque la luz traspasa la oscuridad y alumbra al que está a su lado.
    Un abrazo.

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  3. Sigamos siendo portadores de esa luz.

    Luz que vence a las sombras.

    Gracias y bendiciones

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  4. Si somos capaces de permanecer en el SEÑOR, seremos capaces de ser luz y alumbrar el camino junto a otros.
    Gracias por tu visita y comentarios, Jorge, y un abrazo en XTO.JESÚS.

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